¿Cómo esta newsletter me está ayudando a vencer la procrastinación?
Sobre cómo Sapientia me está sirviendo para construir hábitos.
Lo que empezó como un proyecto personal en el que dejar rastro de mis pensamientos recién entrado en los treinta, se está convirtiendo en una herramienta gracias a la cual lucho semanalmente contra uno de mis puntos débiles: la posposición incontenible de tareas.
Hoy hablaré sobre la procrastinación y el abandono de proyectos. Y también de esta forma tan enriquecedora y literaria - la publicación semanal de una newsletter - de combatir estas situaciones.
Mi experiencia con la procrastinación
Cada cual es consciente de sus cosas a mejorar, y la que más me preocupa de las mías es la procrastinación, el dejar para luego lo que puedo hacer ahora por pura desidia. Obviamente, no es un mal que me aqueje de forma grave hasta el punto de meterme en problemas, cosa que podría ocurrir en los estadios más graves de este síndrome, pero tiene la entidad suficiente en mi día a día como para inspirarme a escribir estas líneas, porque considero que estoy aprendiendo a vencerla y eso me llena de orgullo.
No sé cómo vives en tu fuero interno la posposición de las cosas que quieres o debes hacer, pero a mí me molesta mucho en mi vida diaria. Soy un horrendo cumplidor de listas to-do, y cada mañana actualizo la agenda del día retrasando un par de tareas de ayer - que previamente ya habían sido pospuestas más de una vez -. Te puedes imaginar que esto se convierte en una cadena que te envuelve en una vorágine cosas de ayer que debes hacer hoy, trámites facilones pero que requieren tu atención porque no pueden esperar más y fechas que hace un rato eran lejanas y hoy están a la vuelta de la esquina. Lo que puede parecer un acto inherente al que tiene muchas cosas que hacer, en mi caso lo percibo como una falta de organización preocupante. O, me corrijo, como una falta de autoexigencia preocupante.
Y tengo que estar agradecido porque en el trabajo no me pasa tanto - porque las preocupaciones de este ámbito tienen entidad suficiente para no dejarte pegar ojo por las noches, y hasta ahí podíamos llegar -, pero soy procrastinador profesional en mi vida personal.
Esa llamada que tienes que hacer, aquel trámite con la compañía de teléfono que no debe esperar, el arreglo de un desaguisado de casa que lleva demasiado tiempo esperándote… Un sinfín de nimiedades que, cuando se empiezan a juntar, empiezan a carcomerte la cabeza.
¿Y cómo entra esta newsletter en mi plan de ataque contra la procrastinación? Veamos.
La escritura semanal como medicina contra la procrastinación
El compendio de detalles que he descrito más arriba desemboca, no pocas veces, en que los proyectos que afronto suelen quedarse a medias. No por casualidad tengo más de diez novelas empezadas, varios blogs perdidos en el océano de internet esperando a que los actualice y algún que otro proyecto más perdido en el olvido. Y de esto, la procrastinación tiene la culpa. Más bien la tengo yo, no vamos a echar balones fuera, pero la procrastinación es el síndrome (si me lees desde hace tiempo, verás que tengo más de un síndrome auto diagnosticado) que no puedo vencer y que me sirve de excusa para abandonar todas estas cosas. A fuerza de posposición, como si de una alarma a las seis de la mañana se tratara, termino perdiendo el interés en las cosas y no me gusta en absoluto esa faceta de mí.
Uno de los ejemplos más palpables de lo que comento es esta newsletter. Si vas a la página principal y bajas hasta el primer artículo, verás que comenzó con grandes dosis de motivación pero fue abandonada durante unos meses, por no ser capaz de mantener el hábito de escritura semanal que me propuse. Más adelante, en abril de este año 2.024, he retomado Sapientia con la firme intención de no abandonarla nunca por varios motivos.
En primer lugar, porque me encanta el cariz que va tomando conforme publico. Se parece a un diario de mi personalidad y eso me gusta. En segundo lugar, porque estoy descubriendo en Substack una comunidad interesante y alejada del ruido. En tercer lugar, porque después de dejar las redes sociales, necesitaba esta especie de oasis mental. Y en cuarto lugar, porque conseguir mantener en el tiempo un proyecto de escritura - cuya lectura podré disfrutar en el futuro - se me antoja algo precioso.
Así, como dije al principio, lo que empezó como un proyecto personal en el que dejar rastro de mis pensamientos recién entrado en los treinta, se está convirtiendo en una herramienta gracias a la cual lucho semanalmente contra uno de mis puntos débiles.
¿Qué cambios estoy llevando a cabo para no sucumbir a la procrastinación con Sapientia?
El principal problema del que suscribe es la pérdida de motivación repentina por no organizar bien los proyectos en los que me embarco. Esto, irremediablemente, desemboca en la odiada procrastinación y el consecuente reguero de cadáveres digitales en forma de ideas que una vez me resultaron atractivas y que, poco después, terminaron condenadas al ostracismo por mi dejadez y falta de programación.
Este proyecto que hoy estás leyendo es diferente, o más bien me lo estoy tomando con otra filosofía. Si bien es cierto que tengo habilidad para escribir con rapidez, lo que me permite producir mucho contenido en poco tiempo, me estoy forzando a publicar una sola vez por semana (máximo dos, si se encarta). Así, la meta de escritura que tengo cada semana en el horizonte es fácilmente alcanzable para mí. Además, como estoy en los primeros compases del proyecto, la motivación sigue estando muy presente, de modo que puedo escribir más de un artículo por semana, por lo que voy dejando programadas futuras publicaciones que conforman un colchón de tranquilidad que me permite fallar sin sentirme del todo mal.
Podríamos decir, por tanto, que el primer cambio que he adoptado con respecto a otros proyectos es marcarme metas realistas. En escribir un artículo y dejarlo maquetado con enlaces y diseño de imagen incluidos, tardo poco más de una hora. Una hora a la semana (máxime teniendo en cuenta que me gusta madrugar los fines de semana) es algo perfectamente alcanzable.
Otra de las cosas que he cambiado a la hora de publicar en esta newsletter es que ahora publico para mí. Suena a cliché, pero es una realidad como un templo. Cuando dejas de preocuparte por los lectores (entiéndase lo que digo, porque no puedo estar más motivado y agradecido de que haya personas desconocidas leyendo estas líneas) y empiezas a publicar para ti mismo, el tono cambia y se crea de forma distinta. Escribo para mí en el sentido de no pensar en SEO, en estadísticas ni en posteriores publicaciones en redes sociales para difundir lo que escribo. Ahora solo me preocupo de que me guste personalmente lo que redacto, teniendo en cuenta que soy mi lector más exigente. Si paso mi propio filtro, estoy más que satisfecho. Y cuando pulso el botón de publicar - o de programar, en el caso de este post -, olvido la publicación y vuelvo a leerla cuando yo mismo la recibo en mi correo electrónico.
No sé describir la liberación mental que me produce saber que un artículo está en cola para ser publicado y que no tendré que preocuparme de nada técnico. ¿Que no llega a todos los lectores que querría? Me da igual. ¿Que no cumple los cánones para ser un correo correcto? Me da igual.
Lo único que mis ojos ven con una nueva publicación en Sapientia es que he logrado dedicar a un proyecto propio su rato semanal y que he conseguido producir un contenido del que me siento orgulloso. Por ende, cada artículo nuevo implica una semana más de vida de mi proyecto y un rato dedicado a mí mismo. Un logro a todas luces de alguien que lucha contra la procrastinación.
¿Qué cambios en mi día a día estoy notando con la escritura semanal?
El primero de los cambios que he implementado es el aprovechamiento de las mañanas del sábado y el domingo. Me gusta muchísimo escribir, pero hasta ahora no tenía un momento en el que fuera “obligatorio” hacerlo. Ahora, aprovechando que no me gusta levantarme tarde, mis mañanas de fin de semana han cambiado y están enfocadas en escribir. Cuando la casa aún no se ha levantado y la calle empieza a desperezarse, yo me preparo mi café y me enfrasco en la redacción de algún artículo pendiente.
En ocasiones es muy difícil porque las musas se resisten a acompañarme, pero creo que la inspiración es una especie de músculo que tiene que ejercitarse, y sentarte a teclear es la forma adecuada de entrenarlo. Todas las mañanas que he hecho esto, he conseguido sacar un artículo, aunque sea en bruto y requiriese algunos retoques posteriores.
De hecho, este artículo lo he terminado de escribir en la playa con el móvil. Por la mañana temprano he esbozado la mayoría de conceptos, y más tarde he tenido muchas ganas de terminarlo, cosa que he hecho tostándome al sol. Otra cosa buena: ahora me apetece mucho más escribir.
Este hábito me resulta de lo más agradable, y además borra de un plumazo - nunca mejor dicho - el síntoma que más me molesta del síndrome del procrastinador: el resquemor mental de la tarea sin hacer. Ese debería haber escrito hoy se diluye y surge en su lugar una sensación de productividad y trabajo hecho muy edificante.
Por otro lado, noto que me estoy tomando la vida de forma más reflexiva. Estoy aplicando en mi día a día muchos de los temas de los que hablo por aquí, como el slow living. Ya no pierdo el tiempo con scrolls infinitos ni me sumo en sucesiones sin fin de horas improductivas. De hecho, como ahora tengo que buscar temas sobre los que escribir, esta forma contemplativa y pensativa de hacer las cosas me proporciona montones de temas sobre los que indagar y publicar.
Todos los post que escribo han aparecido en mi mente en momentos aleatorios. Y si antes los ignoraba y olvidaba, ahora los apunto, los estudio, reflexiono sobre ellos y, si saco en claro algo que me guste, se convierten en nuevas entregas de Sapientia.
Por último, también he notado que leo mucho más. Visito mi biblioteca día a día, y rebusco entre mis libros detalles que algún día pospuse para dedicarles su tiempo y, con suerte, transformarlos en contenido digno de ser compartido. Este es uno de los detalles diferenciadores por los que me gusta mantener el compromiso conmigo mismo - y cada vez con más lectores - de publicar; la lectura como búsqueda y aprendizaje.
Todos los artículos de Sapientia son la culminación de una etapa de reflexión, lectura y aprendizaje que me gusta mucho recorrer. Cada vez que pulso el botón de publicar, noto que la temida procrastinación cede un poco más, y ello queda patente para mí mismo en forma de un post que me recuerda que estoy trabajando para curarme de este mal tan desagradable.
Eso es Sapientia para mí. Una guerra constante por crecer, por aprender y por no sucumbir al abandono de mi atención y de mis proyectos personales.
Muy identificada en tu publicación por tu forma de expresar y ver las cosas. Punto para ti por lo que estás logrando en cada escrito y todo lo que conlleva y significa.
Admiración por una escritura tan abierta y sincera. Exponerte así creo que es el paso más difícil, por lo menos todavía lo es para mí.
Espero salir de este bloqueo.
Mientras tanto me encanta leeros, y sueño con el día que yo pueda escribir así.
Gracias por estos textos tan sinceros e inspiradores. 😊
Me siento muy identificada con esta publicación. Me ha hecho sonreír incluso en varias ocasiones (llevando tus ejemplos a mi propia vida). Así que, te entiendo, te abrazo y te felicito.