17 Comentarios

Me pregunto, Edu, qué pensarán aquellos adultos que en el recreo sufrían bullying... Solemos tender a contar las cosas, o recordarlas desde nuestra propia experiencia, pero no todas son así. Creo que los recreos eran los espacios de tiempo más duro para quienes sufrían bullying, seguramente lo recuerdo ahora, mirándolo desde mi yo adulta, y ver que mi yo niña tb buleaba para no ser buleada. Pero sí, creo que los recreos no siempre fueron tiempos felices para todos, seguramente hoy en día pase lo mismo... ¿no crees?

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jul 3·editado jul 3Autor

Es más que probable, claro. Aquí me limito a escribir mis percepciones y reflexiones, obviamente propias. No pretendo generalizar, sino plasmar para yo mismo revisitar en un futuro mis propios pensamientos. De hecho, eso que comentas es aplicable a cualquier artículo de mi newsletter. He escrito sobre las bondades de vivir en pueblos (que también tiene una cara B), sobre lo bueno de ser tu propio jefe (ídem), sobre lo poco que me gusta el teletrabajo (cuando a muchísima gente le sirve muy bien) o a favor de la vida mediterránea (con los contras que también puede suscitar dicho modus vivendi).

Agradezco un montón tu comentarios por dos cosas. Primero, porque no caen en el olvido las personas que puedan sentir los recreos como una rememoración de malas épocas, y porque me sirve para repetir que todo este proyecto es algo personal. No pretendo, ni jamás pretenderé, generalizar ni tratar de sentar cátedra. Huelga decirlo, pero está bien recordarlo.

Pd. Es más, me parecería muy pretencioso por mi parte tratar de plasmar en este artículo una parte de la vida que (por suerte) no viví. Sin que ello implique que no respete a quienes la sufrieron y sufren.

Abrazos.

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Eran 30 minutos que duraban una eternidad.

Jugaba futbol bajo el sol ardiente a 38 grados. En aquel entonces no existía el aire acondicionado, al menos no en mi colegio. Pero eso no importaba.

La felicidad del niño está en el disfrute mismo de las actividades.

De adulto nos enfocamos en resultados, números y olvidamos disfrutar el proceso de hacer.

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Estoy totalmente de acuerdo, comparto esa idea. ¿En qué momento hacemos ese cambio? ¿Cuál fue el último día en que fuimos niños? Más que interesante. Gracias, Christopher, por tu comentario :)

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Edu que hermoso escrito, me transporté a esos recreos que pasaban en un parpadeo pero al mismo tiempo pasaban tantas cosas, ahora con la chaqueta anhelamos estar en ese instante de tiempo, ahora que tenemos mucha más consciencia es un ejercicio interesante disfrutar aunque sea a distancia esos gritos y risas que los niños dispensan a manos llenas. Gracias!!!

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A ti, Josue! Me alegro un montón de que te haya hecho sentir lo mismo que a mí al escribirlo. Un abrazo :)

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Años después de acabar el colegio, muchos compañeros y yo seguíamos oyendo en nuestra mente el sonido de la campana a la hora exacta que nos daba paso al recreo… muy fuerte cómo marcan esos años.

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Totalmente! Ahora parece que han mutado a alarmas estridentes, pero el efecto es similar. Gracias por comentar, abrazo :)

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Hermoso relato Edu, como acostumbras.

Creo que dentro de las muchas cosas que conservan (la mayoría) de los niños, pero se pierde con la adultez es la inocencia. No es únicamente como van cambiando las prioridades y preocupaciones, también cambia la manera de ver el mundo e interpretarlo.

Al mismo tiempo, cuando mencionas los veranos, me pregunto si el hecho de acumularlos al ir creciendo nuestra percepción del tiempo vaya reduciéndose. Los veranos se hacen más cortos, y el paso de los años más rápidos. En fin, no quiero deprimir a nadie.

Una gran reflexión la tuya.

Un abrazo.

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Brutal ese párrafo sobre el tiempo y los veranos. Da para post, yo te lo dejo caer.

Abrazo y gracias :)

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Edu, has hecho que mi mente se teletransporte a mi infancia en mis tiempos de recreo. Al igual que tú, yo los recuerdo con mucha alegría y nostalgia. ¡Y cuántas cosas hacíamos en apenas 30-40 minutos! ¡A cuántos juegos jugábamos! ¿Verdad? Me parece increíble cómo la percepción del tiempo que tenemos ahora puede ser tan distinta de la que teníamos de niños. Nos daba tiempo de jugar campeonatos de fútbol, hacer competiciones de atletismo, jugar a la cogida hasta jadear del cansancio, enamorar con la chica que te gustaba... ¡qué bonitos recuerdos!

Gracias por estar. ❤️

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Gracias, Jaime! Totalmente, el tiempo pasaba de otro modo por entonces. Tengo un cole cerca de donde trabajo, y todos los días a la hora del recreo (aunque ya no, que están de merecidas vacaciones), escucho ese alboroto feliz de los niños jugando. Los envidio, jajaja

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Qué bueno que hayas decidido publicarlo porque disfruté mucho leerlo ✨

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A ti por comentar, Laura :)

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En efecto el cuerpo tiene memoria, valiente tu que tienes la curiosidad de sentir y reflexionar. Esa capacidad de asombro que tenemos los artistas, escritores y creadores (la cual todos tenemos pero no todos desarrollamos) nos acompaña desde esos recreos.

Gracias por compartir tus palabras.

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A ti, Clau, por tus palabras. Abrazo!

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Qué cercanas siento estas palabras y por eso ahora cada vez que siento que la felicidad se está meciendo en mi presente, trato de grabar ese momento en mi memoria para que no me pase siempre eso de "qué felices éramos y no lo sabíamos".

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