Te invito a que sigas leyendo, porque de veras, creo que las siguientes líneas dan mucho que pensar. Hay conversaciones con presos, violencia, terroristas y mucha introspección.
Me leí tu artículo con una avidez casi violenta Edu.
Es una experiencia muy impactante la que contaste, y mencionas un punto muy interesante, tanto respectivo a la libertad (probablemente uno de los temas que más me apasionan en la vida) y con respecto a la visión de los presos sobre ellos mismos. Pese a lo que hicieron, y su aparente falta de remordimiento, tienen cierto nivel de conciencia sobre ellos mismos y sus acciones, que encuentro fascinante.
Cada semana sacas un tema que podría dar lugar a horas y horas de charla y discusión. Felicitaciones por ello. Un abrazo, amigo.
Muy interesante la experiencia que traes, gracias.
No me sorprende en exceso que los propios presos fueran los que están más de acuerdo con sentencias más duras. Algo común entre los humanos es equiparar a la sociedad con aquello que conocemos (nosotros y nuestro entorno), lo que lleva a imaginar un mundo distinto del real.
Para mí, a modo personal, hay varias cosas que me preocupan sobre las penas de prisión y la situación en España. Lo primero y primordial es que la sociedad, en líneas generales, confunde el objetivo de la prisión en España. La idea fundamental es que la prisión sirve como un lugar para facilitar la reintegración del individuo en la sociedad, y creo que hace muchas décadas que nos hemos olvidado de la reintegración. Esto, que puede interpretarse dentro de un marco ideológico y una forma de pensar particular, tiene implicaciones directas en la sociedad. Hay varios estudios que avalan que un criminal que cumple prisión es más probable que al salir cometa delitos de mayor grado que uno que no cumple pena de prisión. Si esto lo unimos a los varios toques que nos han dado desde Europa por el exceso de penas privativas de libertad en España (muy por encima de la media de Europa), ¿por qué no se plantea un cambio en el modelo?
No hace falta que respondas, me consta que está relacionado con el primer punto. En España una mayoría de la sociedad considera que la pena de prisión es el precio a pagar por el delito, no una forma de reintegración en la sociedad.
Como te puedes imaginar, tengo unas "ideas muy fuerte" sobre las prisiones. No soy extremista, creo que la prisión debe de existir, y seguramente tú estuviste en una de las que son necesarias, pero tendrían que ser las menos, y el trabajo en ellas debería buscar esa reintegración de forma mucho más estructurada. E incluso podría estar de acuerdo en penas de prisión revisables, pero siempre comenzando desde límites muchos más bajos que los actuales.
Y bueno, perdón por la chapa - Has tocado un tema que me interesa especialmente.
Ese punto que señalas se me hace de una relevancia fundamental. El sistema penal en gran parte de Occidente, a mi parecer, requiere una revisión considerable. Es verdad que hay distintas maneras de entender la función de las prisiones y el sistema penal, algunos argumentan por un acercamiento punitivo, y otros por algo más reformatorio. Yo me inclino más por la segunda.
Todo esto sin contar los fallos que puedan tener lugar en el sistema judicial, aunque considero que en EE.UU este problema es más acusado que en Europa, afortunadamente para los que estamos a este lado del charco. En fin, no veo un mundo sin prisiones, y tampoco creo que me gustaría conocerlo, pero definitivamente hay muchas cuestiones que replantear.
Un abrazo.
PD y un poquito de auto-promoción descarada: hemos escrito junto a un colega un artículo planteando este mismo problema, aunque lo redactamos en inglés. Te dejo el link por si te interesa.
Coincido con Miguel (y contigo, por lo que leo) que el principal problema del sistema penitenciario es, más que su constitución tal cual, su objetivo último: es decir, la reinserción. Y esto me lleva a reflexionar sobre un segundo problema que, aunque pueda parecer poco cercano, para mí tiene mucho que determinar: la moral.
Vivimos en una sociedad en la que el concepto de moralidad se ha vuelto absolutamente frágil, etéreo, líquido; las causas son diversas y darían para docenas de newsletter, así que no iré por ahí, pero me parece que esa labilidad de la moral permea todas nuestras ideas acerca de las actividades sociales, entre las cuales, por supuesto, se cuenta el delito. Si tomamos al delincuente solo como una figura execrable, un paria, alguien que debería ser simplemente condenado al ostracismo, dejamos de lado un aspecto moral ineludible: cuáles son las circunstancias que le conducen al delito y cómo podemos reacogerle en sociedad. Como decía, la deriva de nuestra condición moral se ha visto socavada y de ahí, creo, viene ese punitivismo acérrimo que sostenemos sin el menor cuestionamiento ético.
Me leí tu artículo con una avidez casi violenta Edu.
Es una experiencia muy impactante la que contaste, y mencionas un punto muy interesante, tanto respectivo a la libertad (probablemente uno de los temas que más me apasionan en la vida) y con respecto a la visión de los presos sobre ellos mismos. Pese a lo que hicieron, y su aparente falta de remordimiento, tienen cierto nivel de conciencia sobre ellos mismos y sus acciones, que encuentro fascinante.
Cada semana sacas un tema que podría dar lugar a horas y horas de charla y discusión. Felicitaciones por ello. Un abrazo, amigo.
Muy interesante la experiencia que traes, gracias.
No me sorprende en exceso que los propios presos fueran los que están más de acuerdo con sentencias más duras. Algo común entre los humanos es equiparar a la sociedad con aquello que conocemos (nosotros y nuestro entorno), lo que lleva a imaginar un mundo distinto del real.
Para mí, a modo personal, hay varias cosas que me preocupan sobre las penas de prisión y la situación en España. Lo primero y primordial es que la sociedad, en líneas generales, confunde el objetivo de la prisión en España. La idea fundamental es que la prisión sirve como un lugar para facilitar la reintegración del individuo en la sociedad, y creo que hace muchas décadas que nos hemos olvidado de la reintegración. Esto, que puede interpretarse dentro de un marco ideológico y una forma de pensar particular, tiene implicaciones directas en la sociedad. Hay varios estudios que avalan que un criminal que cumple prisión es más probable que al salir cometa delitos de mayor grado que uno que no cumple pena de prisión. Si esto lo unimos a los varios toques que nos han dado desde Europa por el exceso de penas privativas de libertad en España (muy por encima de la media de Europa), ¿por qué no se plantea un cambio en el modelo?
No hace falta que respondas, me consta que está relacionado con el primer punto. En España una mayoría de la sociedad considera que la pena de prisión es el precio a pagar por el delito, no una forma de reintegración en la sociedad.
Como te puedes imaginar, tengo unas "ideas muy fuerte" sobre las prisiones. No soy extremista, creo que la prisión debe de existir, y seguramente tú estuviste en una de las que son necesarias, pero tendrían que ser las menos, y el trabajo en ellas debería buscar esa reintegración de forma mucho más estructurada. E incluso podría estar de acuerdo en penas de prisión revisables, pero siempre comenzando desde límites muchos más bajos que los actuales.
Y bueno, perdón por la chapa - Has tocado un tema que me interesa especialmente.
Hola Miguel,
Ese punto que señalas se me hace de una relevancia fundamental. El sistema penal en gran parte de Occidente, a mi parecer, requiere una revisión considerable. Es verdad que hay distintas maneras de entender la función de las prisiones y el sistema penal, algunos argumentan por un acercamiento punitivo, y otros por algo más reformatorio. Yo me inclino más por la segunda.
Todo esto sin contar los fallos que puedan tener lugar en el sistema judicial, aunque considero que en EE.UU este problema es más acusado que en Europa, afortunadamente para los que estamos a este lado del charco. En fin, no veo un mundo sin prisiones, y tampoco creo que me gustaría conocerlo, pero definitivamente hay muchas cuestiones que replantear.
Un abrazo.
PD y un poquito de auto-promoción descarada: hemos escrito junto a un colega un artículo planteando este mismo problema, aunque lo redactamos en inglés. Te dejo el link por si te interesa.
https://curingcrime.substack.com/p/are-prisons-obsolete?r=25h240
Coincido con Miguel (y contigo, por lo que leo) que el principal problema del sistema penitenciario es, más que su constitución tal cual, su objetivo último: es decir, la reinserción. Y esto me lleva a reflexionar sobre un segundo problema que, aunque pueda parecer poco cercano, para mí tiene mucho que determinar: la moral.
Vivimos en una sociedad en la que el concepto de moralidad se ha vuelto absolutamente frágil, etéreo, líquido; las causas son diversas y darían para docenas de newsletter, así que no iré por ahí, pero me parece que esa labilidad de la moral permea todas nuestras ideas acerca de las actividades sociales, entre las cuales, por supuesto, se cuenta el delito. Si tomamos al delincuente solo como una figura execrable, un paria, alguien que debería ser simplemente condenado al ostracismo, dejamos de lado un aspecto moral ineludible: cuáles son las circunstancias que le conducen al delito y cómo podemos reacogerle en sociedad. Como decía, la deriva de nuestra condición moral se ha visto socavada y de ahí, creo, viene ese punitivismo acérrimo que sostenemos sin el menor cuestionamiento ético.
Me gusta mucho el artículo. Además, esa gente vive menos, en general.