Los libros que marcaron mi infancia lectora
Estos son los libros que me acompañaron en la época en la que uno se forja como lector.
¿Los lectores nacen o se hacen? Yo opino que los lectores se forjan a diario desde que uno es capaz de sostener un libro. De pequeño, todas las noches tras la cena me iba a la cama para leer un rato. Ese resorte que me hacía levantarme es uno de los hábitos de mi infancia de los que me siento más orgulloso. Gracias al mismo, propiciado por mis padres, de mi infancia tengo más recuerdos de libros que de series o películas.
Recuerdo llegar al colegio y ver a mis amigos charlando de lo que ocurrió la noche anterior en tal o cual programa de mayores, y yo sin entender nada. Primero, no sabía por qué sus padres les permitían ver tales cosas, y segundo, no entraba en mi pequeña cabeza que no leyeran en la cama antes de dormir.
Ahora bien, había una tercera cosa que no entendía, y que me llegaba a apenar del resto de compañeros que alardeaban de lo tarde que se acostaban, y era la de mundos, personajes e historias que se perdían por el hecho de no agarrar un libro y perderse entre sus páginas un rato.
Hoy he estado pensando en las obras que marcaron en mi más tierna infancia y tras mucho rato indeciso, he escogido las que vas a leer ahora. Estos son los libros que me acompañaron en la época en la que uno se forja como lector, que descubre personajes inolvidables y mundos que, al pasar la última página, se quedan con un trozo de ti habitando en ellos para siempre. Va por ti, Edu pequeñín que se acostaba a las nueve con un libro. El Edu mayor (el coleccionista de libros) te da las gracias por aquellas noches.
Disclaimer. He reseñado, además de lo que recuerdo de cada libro, lo que considero que me enseñó sobre la lectura cada obra.
Manolito Gafotas, de Elvira Lindo
Difícil explicar lo que significó para mí la saga de libros de este gamberro descarado de un barrio obrero de Madrid. Estas novelas de Elvira Lindo, que pueden parecer libros simplones, fueron las que me demostraron que uno se puede morir de la risa tan solo leyendo, que los libros son tan divertidos como un videojuego o un juguete y que a los personajes se les puede coger mucho cariño, hasta el punto de percibirlos como amigos.
No tenían historias memorables, de hecho no recuerdo más que algunas escenas y personajes espectaculares (como Bernabé, La Luisa o El Imbécil, hermano pequeño de Manolito), pero eran desternillantes. El tono directo de la autora y las situaciones hilarantes (como las aventuras de esos dos hermanos en el probador de un Corte Inglés) eran divertidísimos. Recuero reírme en voz alta más de una vez, e ir corriendo a mis padres para leerles algunos párrafos.
La autora lo contaba todo de forma muy cotidiana, y como sucedía en España, daba la sensación de estar leyendo la vida de una familia real en directo. Algo así como unos Simpsons españoles.
La Historia Interminable, de Michael Ende
Esta obra magna del género fantástico me marcó a unos niveles altísimos. Me impactó todo de ella. Las dos historias paralelas, la tinta roja y la tinta verde, la imaginación desbordante de Ende y la infinidad de detalles del mundo de Fantasía, por citar algunas cosas. Todo en esta historia tiene sentido - hasta su título -. Sentí la enfermedad de la Emperatriz Infantil como mía, y los sinsabores que Atreyu vivía en cada capítulo para tratar de salvarla me parecieron súper disfrutables. De mayor he vuelto a hojearlo, y todo lo que acabo de decir lo suscribo punto por punto.
Si bien Manolito me enseñó a reírme y a engancharme a una novela porque me parecía divertida, la obra magna de Ende me mostró que dentro de un libro cabe un mundo, de manera literal, y que un autor hábil puede engañarte y jugar contigo de forma mágica. Michael Ende consiguió que mi yo niño necesitara irse a la cama a leer; me llegué a obsesionar con este libro - en el buen sentido de la expresión - y aún hoy creo que le debo mi amor por la fantasía a esta novela de 1979. Descubrí, reitero, la fantasía, la épica y la sensación de trasladarme a otro mundo mientras leía.
El primer Camino del Héroe que paladeé; un libro imperdible para niños y adultos que sigue mereciendo la pena.
Saga Harry Potter, de J.K. Rowling
Tengo treinta y un años y mi novia me regaló las pasadas navidades ir a los estudios de Londres de Harry Potter. Creo que esa frase resume bien lo que el niño que sobrevivió significó para mí. No es nada original y no puedo aportar nada nuevo que no hayan dicho otros lectores de mi quinta sobre estas obras, pero no podía dejarla fuera de este post, porque quedaría una lista incompleta.
Harry, Ron y Hermione son percibidos por toda una generación como un trío de amigos que tuvimos en la infancia. Los vimos crecer, sufrimos con ellos y nos alegramos sobremanera con sus victorias. Vivir todo aquel fenómeno en directo fue algo espectacular, y dejó mella en la identidad de mucha gente, la mía incluida. Mi infancia sin Harry Potter sería diferente, y estoy seguro de que si tienes más o menos los mismos años que yo, entiendes muy bien a lo que me refiero.
Esos libros me enseñaron que leer solo en la cama era demasiado poco. Me recuerdo llevando La Orden del Fénix a un viaje familiar y no queriendo ir a la piscina del hotel porque ese baño interrumpiría tal o cual aventura del niño mago. Leía a cada momento libre que tenía, y también pude observar con orgullo que muchos más amigos míos se animaban a leer. Aquello fue cosa de otro mundo. El primer (y único) fenómeno fan que he vivido.
Marina, de Carlos Ruiz Zafón
Esta novelita corta de Zafón - que en paz descanse - me hizo enamorarme de un personaje. Marina, que daba nombre a la propia obra, estaba tan bellamente construida, que yo agarraba el libro solo para leerla a ella. Me reía de Óscar Drai (el protagonista, también loco por ella), porque a mí Marina me gustaba más.
Dejando las bromas a un lado, la construcción de personajes que Zafón logró en esta novela entre adolescente y adulta era buenísima. Las descripciones, si bien un poco recargadas, eran vívidas, y el misterio neblinoso que siempre rodea los textos de este autor fueron descubiertos por mí con esta primera toma de contacto.
Por culpa de Marina, no disfruté lo suficiente la Trilogía de la Niebla, del mismo autor, porque eran libritos enfocados a un público más joven, y leerlos después de Marina fue un error. También muy buenos, pero inferiores en profundidad y calidad.
Como digo, este libro me enseñó que me estaba haciendo mayor por dos cosas. Primero, porque de verdad sentía que esa niña me gustaba, una suerte de enamoramiento literario muy bonito, y segundo, que ya estaba madurando como lector, porque esa historia era más seria y trataba temas más adultos, por lo que se abría ante mí un mundo interesante. O mejor dicho, infinitos mundos interesantes, en forma de novelas enfocadas a un público adulto.
La sombra del Viento, de Carlos Ruiz Zafón
Hablando de novelas enfocadas a un público adulto y teniendo en cuenta que Marina me había vuelto loco, mi madre me recomendó este tesoro. De este libro recuerdo una descripción de Barcelona tan pormenorizada y barroca que daba la sensación estar pisando sus adoquines. Típicas del autor, sus descripciones oscuras y húmedas salpicaban una obra de dimensiones importantes, con una historia preciosa y unas relaciones entre personajes memorables, por supuesto.
No me enamoré de ninguno de sus personajes como de Marina, pero creo que esto fue porque ese fue mi primer amor literario.
De la Sombra del Viento aprendí que cerrar un libro por última vez podía dejarte muy tocado, que el duelo post novela existe y que ya era capaz de leerme libros de mayores. Pero también fue el pistoletazo de salida a la lectura insaciable de todo tipo de novelas, sin cuestionarme ya que fueran o no de adultos.
La Sombra del Viento me soltó la mano y me demostró que ya era un lector medianamente maduro. Me dio, de algún modo, el carnet de lector empedernido.
Estas fueron las obras que me forjaron como lector. Hoy día leo mucho ensayo y trato de acercarme más a los clásicos, porque estoy en ese punto, pero estoy seguro de que fueron estas primeras obras las que me inocularon el síndrome del coleccionista de libros que hoy padezco.
¿Cuáles fueron las obras que te marcaron a ti? Estoy deseando conocerlas.
Soy un poco más mayor, a lo que parece, pero también elijo uno de Michael Ende: «Momo», una historia maravillosa donde las haya.
Antes de leer, me apasionaba el libro de "la Casita" (de Virginia Lee Burton)
Cuando ya leía yo misma, también me enganché a Manolito gafotas.
Crecí con Harry Potter (empecé con 8 años cuando sólo había dos libros y fuimos pasando cursos y cumpliendo años a la par).
Con 12 años el Lazarillo de Tormes me marcó y lo releí varias veces.
Después llegué a Tolkien